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El placer de lo dulce

 

Al comienzo del año nuevo, solemos tener buenas intenciones, como por ejemplo volver a cuidar nuestra alimentación después de de los excesos navideños, si hemos cogido algún kilo, bajarlo y retomar nuestra actividad física. De hecho, los excesos que hacemos con las comidas no nos hacen sentir bien ni a nivel digestivo ni en cuanto a nuestro peso se refiere;  estos días de celebraciones se come más de lo habitual y como resultado, subimos de peso. Las digestiones tienden a ser más pesadas y con ardores…Podemos aprovechar estas sensaciones para dar un paso adelante, ya que es el propio cuerpo el que nos avisa que necesita depurarse.

Debemos tener en cuenta que durante estos días se consume más azúcar, grasa o alcohol y, por supuesto, esto tiene sus consecuencias.

Pero a pesar de esto muchas veces pensamos ¡cómo nos cuesta dejar atrás estos caprichos y volver a una alimentación más saludable!  Y sí, así es, ya que hay ciertas respuestas fisiológicas en nuestro organismo ante esta situación.

Algunos alimentos (por ejemplo, los dulces y el chocolate) reemplazan la tristeza, la angustia o el nerviosismo, proporcionando sensación de calma o felicidad. El alto contenido de azúcar de estos alimentos aumenta la producción de serotonina en nuestro cuerpo. La serotonina es un neurotransmisor del cerebro y juega un papel importante, por ejemplo, en nuestro humor o estado de ánimo, niveles de ansiedad, calidad y cantidad del sueño y comportamiento alimentario. Cuando se reduce o disminuye la liberación de serotonina, podemos sentir tristeza, depresión, dolores de cabeza, porque se dilatan los vasos sanguíneos. Se ha descrito que esta hormona actúa como calmante y antidepresivo. Sus concentraciones aumentan durante la noche , apareciendo la sensación de sueño, y las concentraciones permanecen altas hasta el amanecer.

¡Y qué placentero es el chocolate! Para muchos, es capaz de crear una atracción imparable solo con escucharlo y hay quienes incluso llegan a comerlo sin control. De hecho, el chocolate tiene características organolépticas especiales y una composición nutricional diferente. También contiene ciertos compuestos farmacológicos  que afectan a nuestro humor y estado de ánimo y nuestra voluntad (por ejemplo, la feniletilamina). Sus ácidos grasos se deshacen en la boca con la temperatura corporal y como resultado, este alimento logra una palatabilidad atractiva, haciendo que sea del agrado de muchas gente. Debido a su contenido en azúcar, un trozo de chocolate  mejora el humor, en esas situaciones que bajos niveles de serotonina hacen que nos encontremos algo deprimidos.

Sin embargo, la única solución para aumentar la serotonina no puede ser comer dulces sin control. Con respecto a la nutrición, hay que comentar que el aminoácido triptófano interviene como precursor en la formación de serotonina y se puede encontrar en las legumbres, frutos secos, leche, pescado y carne. También se ha demostrado que el ejercicio ayuda a aumentar la serotonina, especialmente cuando se hace al aire libre y la risa también parece tener el mismo efecto en la producción de serotonina.

¡Feliz año nuevo!