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Somos lo que comemos

Dejamos atrás las celebraciones navideñas y a comienzos de año llega el momento de cuidarnos un poco…Y a veces nos encontramos con el hecho de que cada vez nos cuesta más…¿qué le pasa a mi cuerpo? Parece que eso no les ocurre a otros…La realidad es que a medida vamos cumpliendo años, cada vez notamos más estos cambios ¿verdad?

Y sí, con el paso de los años el cuerpo comienza gradualmente un proceso de involución , durante el cual se producen cambios físicos y metabólicos, que conducen a una disminución de los niveles funcionales y las características físicas (especialmente a partir de los cuarenta años).

Es difícil determinar en qué momento comienza este proceso involutivo (contrario al crecimiento). Claramente, depende de muchos factores, pero sobre todo, por el estilo de vida. En este sentido, hay algo que podemos hacer para mejorar este proceso y que está en nuestras manos y son la alimentación y la actividad física.

Un  cambio importante se produce a nivel hormonal, ya que hay una bajada  en los niveles de estrógenos en las mujeres y de testosterona en los hombres. Como consecuencia de este cambio hormonal, se producen importantes cambios metabólicos y físicos en el cuerpo.

Otro factor importante es que baja la tasa metabólica. Nuestro organismo necesita cada vez menos energía para mantener sus funciones básicas; así, será más fácil acumular grasa de reserva. Y es aquí donde nosotros sí podemos intentar controlar las consecuencias que produce esta situación,  a través de la alimentación  y la actividad física.

Aquello de que “somos lo que comemos”, tiene una importancia científica  creciente, ya que muchos estudios relacionan las propiedades de ciertos alimentos con la salud (por ejemplo, como preventivos en la aparición de ciertos tumores o en el deterioro del cerebro). Parece ser que este tipo de alimentos activan ciertas proteínas “sirtuinas” que ayudan a la supervivencia. Debido al creciente interés a nivel científico, se ha abierto una nueva área de investigación llamada “nutrigenómica” o “nutrición adaptada a genes”. ¿Podríamos imaginar que nuestro médico tuviera la posibilidad de asesorar qué alimentos pueden hacernos daño analizando nuestro mapa genético?

De momento solo es una investigación y  llevará unos cuantos años. Así que, ya que hay alimentos que contribuyen a proteger y reforzar nuestra salud, clasificaremos algunos de ellos:

-Brócoli y romero: ayudan a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer.

-Cítricos: ricos en vitamina C, importante para prevenir el deterioro de la piel.

-Zanahoria: para mantener bien la visión.

-Gelatina: para mantener las articulaciones en buen estado.

-Sésamo: para mantener unos huesos fuertes.

-Té: sus flavonoides ayudan a mantener la mente ágil.

-Fruta: para prevenir catarros y resfriados y para regular y equilibrar los intestinos.

-Alcachofa: para mantener el hígado sano.

-Pimientos: para reducir los síntomas de alergias.

¡Buen provecho!